Existen múltiples opciones para el rejuvenecimiento facial, tanto quirúrgicas como no quirúrgicas. Entre los procedimientos no quirúrgicos más populares se encuentran el Botox, los rellenos dérmicos con ácido hialurónico, y los tratamientos con láser. Estos procedimientos tienen tiempos de recuperación mínimos y pueden durar de meses a un año. Las opciones quirúrgicas, como el lifting facial (ritidectomía), proporcionan resultados más duraderos, pero implican mayor tiempo de recuperación y un proceso quirúrgico más invasivo. La elección entre uno y otro depende de los objetivos del paciente y el nivel de envejecimiento de la piel.
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